sábado, 5 de febrero de 2011

Dedicatorias, agradecimientos y anecdotario.

A mi hermano Pepe Luis
que compartió la ocurrencia
de hacer este diccionario
hace más de treinta años.


A la memoria de mi madre
que contribuyó con sus expresiones
a la realización de este diccionario.


Vaya igualmente mi recuerdo a mi suegra Juana
sin cuya colaboración hubiera sido imposible
la definición de algunas palabras de este léxico.


Mi agradecimiento a Juani, mi esposa
por haberme aguantado con paciencia
durante los años que dediqué a la realización
de este trabajo y haberme animado a terminarlo.


A mis hijos Ángel y Jorge, para que alguna vez
utilicen los recursos de este diccionario en sus
comunicaciones cotidianas más coloquiales.


Un recuerdo a todas aquellas personas que contribuyeron
con su pequeña participación en la obra: a mi abuela Maurilia,
a mi padre, a mi hermana Mari Loli, a la Carichi, a la tía Enriqueta y a todo el resto de mi familia.
También a Manolo, porque aunque ya lejos, siempre estuvo interesado en este trabajo y por seguir siendo mi amigo.

Por los tiempos de Antonio "el de la caseta", Eusebio y el Americano; los santiaras y los sakkareños; el paseo Alto, la Bandeja y la Sartén; la gaseosa "La Polar"; el Capitán Trueno, Sigfrid, Crispín y Goliat; Albert y Penny; Roberto Alcázar y Pedrín; las Hazañas Bélicas; Rometechos, Rigoberto  Picaporte; el abuelo Benjamín, Juan chino mandarín, el tío Juan, y la abuela Felisa y la noche de las hojas del Quijote y "enciende la vela".

Por aquellos años con Paco Moreno, Jesús Asunción, Pedro Cordero, Margarita Alonso Peñas y Pili Silva; el padre Nicolás, el padre Saball y las manzanas que nos regalaba por ir a confesarnos; y el "Levanta tu mirada al infinito".

Por los viejos tiempos que siempre fueron buenos, como los de Pili Béjar y Matilde Mohedano; Inés y Mari; Evangelina, la Glorieta y el Solitario; por mi amigo Amós y la tarde en que fuimos a Baños a ver a nuestras novias Evangelina y Charo, cuando nos pusieron una multa en el tren y tuvieron que pagarla ellas cuando llegamos a la estación porque no teníamos dinero; por Manolo Vega, Bene, Patri, Pelayo, Ramón, el Villa Rosa y la verbena del 14 en el Casino; por todas las aventuras y devaneos que tuve ocasión de compartir en Hervás con mis amigos y amigas; por los tiempos de músico y de tuno, la Centramina y el éxtasis de sus efectos; Jesús "la Chamorreta" y los cubalibres de Pipermint de 7 pesetas en Aleanueva; y la Silvia Duarte, por lo buena que estaba, y lo que quedó pendiente con ella al conocer a Juani.

Por la época de Toño, Maíto, José Luis y Manolo; de la Residencia de Cáceres, con Enrique, el Pintor y la Cachona; y del Parritas, el Amador y el Adarve.

Por los inolvidables años de la Residencia La Inmaculada, con Loli, Guadalupe, José, Paco, Don Leopoldo, Juan, Pepe el Sordo, la señora Cecilia, la señora Cristina, la fiesta de la Inmaculada, con Pedro Delgado, Joaquín Gómez, Manuolo Maestre, los ensayos de la obra de teatro, las carretillas, el abrigo de los fuegos artificiales, los 103 etiqueta negra y la ginebra preparada; por las tardes en que Manolo Carrasco y yo nos subíamos al tejado y nos sentábamos allí a estudiar, con un paraguas cuando llovía.

Por el arroyo de los viroleros y los "textos" con que mi madre allí me entretenía, la playa de Deva, el R-8, la calle Datos y el camino hasta llegar a casa, y por los follones que preparó Pepe Luis con el asunto de las cartas que enterró en aquel lugar.

El burrito que recibió a Ángel
Por aquel otoño de 1973 en Muntaner y en Marqués del Duero con Loli, Pepe y mi madre, y por aquella sufrida convalecencia que le siguió en Vitoria, la perilla que me dejé y el burrito que tuvo el detalle de recibirme en Coria, en la Isla.

Por el 14 de abril de 1968, en la Chatarra; los paseos con Juani por la antigua Isla, el puente Romano, nuestros parajes preferidos en el río; las noches que tuvimos ocasión de bailar en la pista Piro, en el río o en Montesol; las veladas en el cine la Mona, en el Mendo, en el Montero, en el Alagón o en el de Don Leopoldo; por nuestro primer viaje a Portugal en el año 1970 y por el último a Puerto de la Cruz y a Las Palmas; y, a propósito, por la memoria de Mari Carmen y Miguel.


Por las bromas que Pepe Luis y yo le dábamos a la abuela Maurilia, cuando le rompíamos los billetes de mil pesetas, los pisoteábamos y los teníamos que volver a pegar o cuando le dábamos las manzanas y naranjas de plásticos para que se las comiera, o tratábamos de quitarle la cestina; y cuando nos hacía los comentarios "¡qué gentío!" o de alguna moza que iba a "traer un muñeco".

Por el Hotel Trinidad, en Magalluf, en aquel año; por el primer viaje a Canarias con Loli y Pepe Luis; por el viaje a Italia, en camping con Rosa y Manolo, el banquete de los gusanos en Ventimiglia y su postre en Pisa, pero, sobre todo por, la compensación que nos dio Siena, Florencia, Roma y Venecia.

Por nuestro viaje a Centro Europa; las cervezas que bebimos en Munich, en la plaza del Ayuntamiento, para terminar cantando el Santa Lucía con unos italianos; la juerga en las tabernas de Viena, el vino verde que bebimos allí, el japonés que no dejada de bailar con Juani y la japonesa que bailó conmigo; la cena en aquel mirador junto  al Danubio, en Budapesto; nuestros paseos románticos en Venecia; las amigas del viaje.

Por algunos de los lugares de Fuengirola que Juani, Ángel María, Jorge y yo sabemos, como el Torreblanca, nuestro apartamento del Paseo Marítimo, la pizzería Adriático, la heladería Brindisi, nuestros restaurantes favoritos, la playa, el Puerto, la Lonja, los pic-nis, los chiringuitos, los paseos nocturnos. Por la gozada al Expo-tren de Benalmádena y los buenos ratos en Mijas y en Puerto Banús.

Por nuestra amiga Paqui, que siempre me gustó, me caía muy bien y que si no llega a ser porque conocí a Juani, hubiera intentado conquistarla.

Por la Blanqui, aquellas clases de Inglés (tendríamos que haber seguido) y los retratos que le hice ¡si es que yo hubiera servido para fotógrafo!

Por el célebre comentario del doctor Temprano "¡para lo que hay que ver!" y sus miradas de reojo por encima de las gafas. Por el buen término de la sufrida aventura que lidió en dos ocasiones el doctor Mateus; por los viajes que hasta el aeropuerto y desde allí nos proporcionó mi cuñado Luis. Pero, además, por haber pasado página a tan difíciles momentos como aquellos días en Barcelona, reconfortados siempre por la acogida y cariños del tío Nicolás y de la tía Rosario.

Por las tardes dedicadas a revelar fotografías, a montar y jugar con el Ibertrén, a hacer castillos, escuchar a Vivaldi, a Telemann y a Mozart, a mis grabaciones de audio. Por el Ms-dos, las bases de datos en mi viejo pc, por mis notas en aquella maravillosa Luxindex; por el Contdocu; y por el "Levanta tu mirada al infinito, colegial antoniano, que marca atu sendero el firmeito del amor franciscano". Por aquellos equipos de sonido de marca Semprini.

Por Allan Poe, Lovecharft y Bradbury; Simon and Garfunkel, The Beatles y The Moody Blues; Julie Christie, Lara y el doctor Zhivago; Roberto de Niro; Cat Stevens, Linda Ronstadt, Jhon Denver y Emmilou Harris; Charlot en "A la 1 de la madrugada" y "Tiempos modernos" y la Pantera Rosa.

Por la inagotable imaginación del tío Nicolás para contar chistes y por su gracia para contarlos; y, sobre todo, por tener a Rosario como su excepcional mujer, una persona entrañable y encantadora, y porque tuve la suerte de que los dos fueron mis tíos, antes de que se fueran al Cielo.

Por las películas del viernes por la noche, como aquellos "Los puentes de Madrison" o "El paciente inglés", (los pestiñazos, no), los Beefeatger bien preprados y con buen limón, las tertulias y polímicas con Joaquín y Pili; los "¡qué bien te veo"· de Marcial; las playmartes, sobre todo aquellas que están tan bien dotadas.

Por Mark Knopfler y sus Dire Straits, por Marah Carey Celine Dion, Annie Lennox, Marie Fredrissson, Ro Orbison y Rod Sewart; por el reverberador el expansor dinámico ylas jglo.

Coria. Nevada el 11-1-2010
Mis corbatas; mis colecciones de discos de vinilo, de cd,s y de videos; mis recuerdos a mi viejo 386; mi fiel 2.0 i vsx ¡lo qué daría por seguir con él! La riqueza de matices de mis cuñados; los cantos de aquel Feliz Jacobo ¡hace tantos años ya...!

Por mi lugar favorito del sofá en el salón mientras oía ¡hace tanto tiempo! los viejos rocks, las eternas baladas, Dire Straits, Beatles, Vivaldi, o leía Fotogramas, me veía el Top Secret u organizaba mi agenda, y mientras perdía el tiempo con problemas de la oficina.

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Anecdotario de dedicatorias y agradecimientos: